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sábado, 11 de julho de 2020

Ciudades


                                                                        
Aguardem meus poemas escolhidos (livro) traduzidos  para o espanhol. Tradução, edição e prefácio:  Maritza Elena Enríquez Licón. 

Em breve nas plataformas digitais. Confiram o prefácio! 







Prefacio


Como mexicana, y como estudiante de lenguas indígenas, he estado en contacto directo con lo que Bonfil Batalla denominó “México Profundo”. He convivido con grupos como los zapotecos istmeños, que aún hablan la lengua de las nubes (nombre que encuentro muy poético): lengua de las nubes porque ellos mismos son la gente nube, la gente que cayó de las nubes. Este contacto me parece relevante y quizá definitivo en mi encuentro -y posterior agrado – con la poesía de Paulo Tabatinga. Quizá el haber experimentado el placer de caminar por lugares donde aún existe ese México profundo, pero también ese México donde la gente ha aprendido a convivir con la tecnología sin perder las raíces humanas de su cultura; además de ser ciudadana del mundo moderno, del México no-profundo, me ha permitido sentir tan de cerca la poesía de este artista brasileño,

Esto viene a lugar en el prefacio de este libro debido a que Tabatinga siempre me ha parecido un brasileiro profundo; se pasea -algunas veces- con tristeza viendo el resultado de la masacre de las costumbres anteriores a las ciudades. Y aunque la soledad es nuestro sino, él halla que las ciudades propician la soledad más allá de lo humanamente necesario, además de estar enterrando poco a poco a ese Brasil profundo.

Brasil es el país de mis sueños, me enamora más con cada cosa que de él descubro; solamente puedo interpretar este libro como una mexicana enamorada; pero me parece que existen algunos versos y canciones que describen desde ese país la profundidad nacional a la que me refiero.
Por ejemplo, Maria Bethânia sostiene en su concierto “Amor, festa, devoção”


“Eu gosto de cantar o Brasil Caboclo
Tão longe de tudo aqui, e eu canto esse Brasil, como quem faz uma prece
Para que ele resista, apesar da mão do progresso vazio
Que insiste em dizimá-lo
Para que suas modas de viola com seu encantamento
Ainda por muito tempo, Façam vibrar nossos corações”


Ella señala la mano del progreso vacío que insiste en disminuirlo; esa disminución contra la que hay que luchar. Bethânia lucha desde el escenario, con su maravillosa voz; Tabatinga lucha desde su cuaderno y su cámara fotográfica; ya que ¿No es precisamente por eso que existe la poesía, para contrarrestar esta destrucción, para enfrentarla? Es lo que hace Tabatinga. Verso a verso, va encontrando nuevas armas de expresión que nos sacan por un momento de los afanes a los que nos hemos acostumbrado, lejos de la poesía.
Pero, ¿cuál es el Brasil que el progreso ha diezmado? ¿Cuál es el Brasil profundo (en el sentido de Bonfil Batalla) que se ve poco a poco destruido por el progreso?

Es – entre otras cosas – aquel cuya música popular es cada vez menos popular y se ve reemplazada por la música desechable venida de otros países. Una música que no comprende al Brasil de la samba, al que llora de aquel hermoso modo que describe Nelson Cavaquinho en su canción Pranto de Poeta:



Mas o pranto em Mangueira é tão diferente

É um pranto sem lenço

Que alegra a gente
Hei de Ter um alguém
Pra chorar por mim
Através de um pandeiro e de um tamborim.


El progreso y la forma de vida que nos impone puede llegar a impedir que veamos a Dios en sus pájaros (“casi nadie escucha el canto disonante de los pájaros solitarios en los postes de las grandes ciudades”). Pero dice el poeta que si nos quieren quitar eso, ¡se tiene la opción de volver a serlo frente a la imposición de la nada!

Un elemento imprescindible de su poesía y de su forma de vida es la cerveza; es su compañera íntima y fiel en su trinchera. Es para él, y esto segura que para muchos de nosotros, el mejor purificador de las amarguras, de los problemas:

“A cerveja, basta um gole, pra eu transcender e voltar para mim/ as máscaras vão caindo devagar, e eu vou ficando nu/ tão nu que ninguém consegue me ver/ a não ser eu mesmo a mim... Perdido no que sempre fui: eu.”

Dicen en mi país que no se debe confiar en un mecánico limpio; quizá desde esa perspectiva no se debería confiar en un poeta abstemio. Está más allá de mi juzgarlo; pero sí puedo afirmar algo: lo que usted está a punto de leer son, como el autor mismo declara: “poemas que gritan a la noche sorda y que quieren despertar a quien todavía no muere”.

Maritza Elena Enríquez Licón
Mtra. en Lingüística Indígena
Universidad de Sonora


Hermosillo, Sonora, México.
Julio de 2020

















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